miércoles, 30 de septiembre de 2009

Distancia

No entiendo el por qué, el leísmo, las piedras que hablan, las bicicletas inútiles en unas cuestas interminables. No puedo llegar a comprender que yo esté lejos cuando estoy cerca, que esté alegre cuando estoy triste, que esté aquí y allí y en todas partes como si fuese una diosa griega, autóctona, exótica. Inestabilidad crónica que me derrite con el sol y me congela con el viento que sopla por las noches desde mi ventana. Otras caras me despertarán por la mañana para decirme lo mismo: Bienvenida a tu camino interminable, a tu calle sin salida, a tu oportunidad nula, a tu fracaso o a tu victoria. Todo está en tus manos. Todo pende de un hilo. Todo y absolutamente todo cambia en menos de un segundo.


Ya.

miércoles, 3 de junio de 2009

Quiero ser Santa

Se bajó los pantalones rápidamente. El cinturón le apretaba pero no impidió aquél tirón tan repentino que puso todas las cartas sobre la mesa. Era la brutalidad lo que impulsaba aquella situación. Si tú o yo hubiésemos estado ahí gritaríamos: ¡pasión!, ¡ amor!,¡ cariño!. Incluso algo muy por encima de todas esas banalidades, algo como magia. Pero nada de ello les manejaba, ni siquiera sus pensamientos eran coherentes. Da igual todo lo que pensaran, todo lo que hicieran o se esforzaran por decir. Era algo agresivo, nervioso, fuera de control. Tanto, que ni siquiera daba tiempo a explicar que no era lo que parecía, que eso en realidad era amor, era magia, era algo único, especial. Pero las palabras no engañaban a un cerebro que intentaba justificarse continuamente con frases como “me he enamorado de ti”, “te quiero” o “te necesito”. Ya era tarde para complacencias o tiernas caricias. Los pantalones habían vuelto a subir y ahora era su semen el que tenía todas las respuestas. Respuestas que caían por la taza y durarían una corriente de agua. Así es todo, pura agua, pura circunstancia.

lunes, 18 de mayo de 2009

Tu nombre, Mario







El día que murió Benedetti era una día hermoso. La temperatura era agradable y algunos rayos de sol entraban por la ventana como augurios del día primaveral que nos esperaba. Sin embargo, una parte de mí voló muy lejos, allá en el mar de Montevideo, en su puerto tantas veces imaginado a través de sus versos. Me fui hasta allí para darte un beso en la frente antes de que te marcharas para siempre. Conseguí amarrarte en algún punto entre la tierra y el paraíso, y con la fuerza histérica de un niño sin juguete, intenté empujarte de nuevo hacia nosotros. Pero ya era tarde y apenas tuve un instante para mirarte a los ojos y sonreírte por primera vez. No sé dónde estás, ni a dónde has ido, ni qué sientes al morirte así, tan tristemente, con tanto dolor. A pesar de todo tenemos tus poemas, tus góndolas que nos han mecido y guiado en tantas ocasiones. Gracias. Gracias porque ante todo nos enseñaste a defender la alegría.


"Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutina

de la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas"

domingo, 17 de mayo de 2009

Un acorde rasgado inicia el proceso. Nos dedicamos a todo menos a lo que deberíamos hacer. Sin prisas, con una metodología estudiada y a la vez intuitiva, lasciva, que abre nuestras venas y nos muestra el camino.

Una pupila inconstante se para un momento en mí, en mi cuerpo, en mis ojos, en el centro del universo; y es entonces cuando un rayo de luz me atraviesa por completo sin destruirme. Me agota y refuerza a la vez, como un ejercicio sano y cansado que rutinariamente nos va creando un agujero. Miro por él y no te veo a ti, ni a mí, ni a ningún ignoto país. Descubro el campo azul del cielo extenso e infinito ante mí, ante las dudas. Ante la certeza de saber que la seguridad no existe y que el amor, en la mayoría de sus manifestaciones, es sólo un pretexto.

jueves, 30 de abril de 2009

Paraíso

Y todo el tálamo. Excusa y centro
Da sentido a la summa del paraíso
Y lo capta, lo succiona, lo lleva a sí
Y dentro dos personas
-vagamente parecidas a ti y a mí-

Que no somos tan blancos
Ni tan puros ni totales.
Ni de auroras coronados…
Y ahí, es donde fallan (precisamente)

Esos a lo que a algo incierto
Llaman el Paraíso.
Que –no obstante- No anda
Tan descaminado de la verdad…

Sobre Time (Pynk Floyd)

La lluvia caía al otro lado del mundo. Nosotros éramos distintos y la vida tenía un abanico de posibilidades. Solo podíamos entender plenamente que el humo de la marihuana nos quisiera raptar. Pink Floyd nos daba unos consejos de auténtico gurú con su Dark Side of the moon, lel lado oscuro de la misma luna que debía andar perdida en el cielo. Hoy no sabíamos nada de ella…
Pero estaba, la sentíamos y habría quien intentara acariciarla. Quizá en otras buhardillas, parejas cariñosas habrían terminado de hacer el amor. Las sábanas revueltas y un tálamo blanco como un barco que flotaba por el arcoíris. Y tú en otro infinito acurrucada como una amapola húmeda.
También poetas con pilones de hojas. Papel mojado y botellas semivacías de algún ron de la Habana. Ese violinista del segundo, despeinado y con la ropa raída había roto en una esquina su violín y abajo un viejo demacrado pedía con la mano extendida a ritmo de parkinson.
Pero esto era otra cosa. Lo de aquí dentro lo evocaba todo y no alcanzaba a nada.
La droga nos hace YING. Nos ata a la tierra, nos hace parte de ella nos une a la madre. Y después nos ansía para unirnos al Yang en sagrada comunión, allá en lo etéreo de las alturas.
El tiempo era mientras tanto como un compañero de viaje al que no prestábamos atención. Le reconocemos cerca, quizá en el mismo camarote, pero nunca es lo suficientemente importante como para que le miremos a los ojos y nos comprometa. Y nos recuerde o nos increpe. Y es que somos homicidas. No tenemos nada mejor que hacer que degollar a la prisa y sus vanos intentos de amargarnos el momento. Ah, hay aquí un sillón y alfombras e incienso, hay un desorden catastrófico y maravilloso con botes de cerveza aplastados y comida china reseca. Y ahora una melancolía que resbala por los cristales como diciéndonos, sabeís lo que fuisteis ¡madre mía! Que grande era el campo hace apenas unos años y como de infinitas las carreteras y el horizonte, accesible. Pero mira, dejemos que el tocadiscos siga sonando ya que hemos elegido oír el vinilo con su sonido sucio para darnos cuenta de que hay algo mas, y que toda esta maldita higiene y el sonido aséptico de los CD´s no es sino un rasgo mas de la decadencia de estos años dosmil sin esperanzas y atroces, paralizantes como una esclerosis. La generación sin oportunidades que mira documentales del Woodstock y añora lo que nunca vivió, y los discursos de la guerra civil y a ese Sid Vicius pegando tiros a la burguesía británica. Creo que todo lo que viene ahora es una nausea del exceso de drogas y un recóndito sentimiento desde las costillas me invita a pensar que si asomo la cabeza por la ventana el horizonte va a ser blanco y púrpura, los montes negros e infestados de cruces y un asfalto omnipotente lo envuelve todo. Esqueletos alados sobrevuelan el cielo. No va a haber nada, quizá unos cuervos graznen y unas campanas revienten el aire. No se si reirme o llorar cuando veo desde mi silloncito en posición horizontal desgajarse el techo y agrietarse, y temblar la tierra como si este fuera el último día del mundo sin oportunidades

lunes, 13 de abril de 2009

A veces ardo...

Un escalofrío recorre mi cuerpo mientras un dedo roza mi boca. Algo dentro de mí cruje, y se retuerce el animal que llevo dentro. Oigo sus aullidos luchando por salir de mi cuerpo y proyectarse sobre ti. Siento cada poro y cada esquina de mi piel cuando la dibujas con tus fuertes y bellas manos. Estallo en mil pedazos que tú vuelves a juntar en un abrazo interminable que no termina de abarcarme nunca. Siempre me sorprendo con mirada perdida y sueños que pertenecen a personas mejores que yo. Una bombilla desnuda es testigo de mis pensamientos mientras busco tu pelo a tientas, entre el sudor, el tiempo y la suciedad que deja el polvo sobre las cicatrices calientes. Movimiento. De nuevo se presenta ante el mí el misterio de una hoguera cuya llama desconozco. Un círculo de incógnitas que se convierten siempre en una: un beso, tan largo como el horizonte.