domingo, 17 de mayo de 2009

Un acorde rasgado inicia el proceso. Nos dedicamos a todo menos a lo que deberíamos hacer. Sin prisas, con una metodología estudiada y a la vez intuitiva, lasciva, que abre nuestras venas y nos muestra el camino.

Una pupila inconstante se para un momento en mí, en mi cuerpo, en mis ojos, en el centro del universo; y es entonces cuando un rayo de luz me atraviesa por completo sin destruirme. Me agota y refuerza a la vez, como un ejercicio sano y cansado que rutinariamente nos va creando un agujero. Miro por él y no te veo a ti, ni a mí, ni a ningún ignoto país. Descubro el campo azul del cielo extenso e infinito ante mí, ante las dudas. Ante la certeza de saber que la seguridad no existe y que el amor, en la mayoría de sus manifestaciones, es sólo un pretexto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

lunares