miércoles, 3 de junio de 2009

Quiero ser Santa

Se bajó los pantalones rápidamente. El cinturón le apretaba pero no impidió aquél tirón tan repentino que puso todas las cartas sobre la mesa. Era la brutalidad lo que impulsaba aquella situación. Si tú o yo hubiésemos estado ahí gritaríamos: ¡pasión!, ¡ amor!,¡ cariño!. Incluso algo muy por encima de todas esas banalidades, algo como magia. Pero nada de ello les manejaba, ni siquiera sus pensamientos eran coherentes. Da igual todo lo que pensaran, todo lo que hicieran o se esforzaran por decir. Era algo agresivo, nervioso, fuera de control. Tanto, que ni siquiera daba tiempo a explicar que no era lo que parecía, que eso en realidad era amor, era magia, era algo único, especial. Pero las palabras no engañaban a un cerebro que intentaba justificarse continuamente con frases como “me he enamorado de ti”, “te quiero” o “te necesito”. Ya era tarde para complacencias o tiernas caricias. Los pantalones habían vuelto a subir y ahora era su semen el que tenía todas las respuestas. Respuestas que caían por la taza y durarían una corriente de agua. Así es todo, pura agua, pura circunstancia.

1 comentario:

lunares