En el fondo abismal de tu cabeza habitan tus preguntas sin respuesta. Rebotan y saltan dentro de ti. A veces te salen por los ojos y me llega un eco dudoso de palabras vacías en busca de direcciones.
No seremos nosotros quienes inventemos el concepto. Nada pueden hacer por él un par de cínicos descreídos a los que les falta tiempo y les sobran malos hábitos. Nada podemos hacer por nosotros mismos sino vomitar internamente y mirarnos con esperanza. Esperanza nula que no llegará a nada. Como la nada abismal que creamos siempre que estamos juntos. Nuestros propios fantasmas, que quizás algún día desaparezcan por aburrimiento o por una certera derrota. Pero no seremos nosotros los artífices de nuestro salvamento. Ni siquiera podemos protegernos.
Los pájaros mueren en eterna espera.
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A veces me he llegado a preguntar si el fantasma que me mira en el espejo me lo inventé una noche, de esas que crees que la soledad te embriaga y el eco de las preguntas juega a que aprieta el gatillo, y te lo inventas para no estar sola
ResponderEliminarA veces me lo he preguntado